Estas semanas han estado moviditas en el mundillo del ultrarunning, así que van algunas reflexiones respecto a los últimos eventos, que conectan con problemas que es necesario abordar en nuestro deporte. Aprovecho para revivir este blog, y también que Mario Fraioli está de vacaciones, así que probablemente el próximo martes puedan tener reflexiones más serias respecto a estos hechos de su parte.
Pau Capell y su intento de FKT en la ruta de 171 km del UTMB. Al ser cancelado el evento por el COVID-19, Pau decidió hacer por su cuenta la ruta y superar su marca, bajando la barrera de las 20 horas (lo que había sido logrado por otros previamente, pero en una ruta modificada, con menos km). Con el #breaking20 para seguirlo en redes sociales, se evidenció el potencial para una cobertura deportiva atractiva en estas distancias (usando herramientas como las historias de instagram), y no solo en carreras, sino también en desafíos autogestionados. Hasta ahí, todo bien, pero la maquinaria publicitaria en torno a su hazaña dejó un sabor extraño cuando vimos por la transmisión las cientos de personas reunidas en su partida y llegada en la plaza de Chamonix, creando un foco de riesgo sanitario que reproducía el que precisamente se había querido evitar con la cancelación del evento. Por otra parte, se pedía por las redes que la gente no fuera a ver a Pau en persona, sino que lo siguiera virtualmente, algo que resulta paradójico cuando todo el evento había sido pensado en función del gaze de los espectadores, incluyendo el uniforme de chaquetas blancas prístinas de The North Face, que un preocupado Pau insistía que todos se pusieran para llegar a la meta (como se puede ver en el video de transmisión de su llegada, al entrar a Chamonix). Es cierto que ya no había logrado su objetivo de tiempo, y que probablemente estaba advertido por la marca de que debían ir uniformados para propósitos de autorización y marketing, pero a la purista deportiva en mí le hubiese gustado que esas no fueran sus preocupaciones. También se sintió excluyente (en un deporte que ya tiene serios problemas de inclusividad) que pudieran acompañarlo "only white jackets" en la llegada. Puede que esté estirando el chicle, pero visto simbólicamente, es feo. Lo último que consideré totalmente innecesario e infantilizador de los lectores, fue la promoción de su llegada con un "Lo consiguió", cuando estaba claro que con 21:20 no había logrado hacer menos de 20 horas, como se lo había propuesto y enfatizaba majaderamente el hashtag. Nadie está diciendo que hacer ese tiempo y, más aun, sin competencia, sea fácil. Precisamente por eso, no había para qué cambiar la narrativa, cuando todos los que hacemos deporte sabemos que fracasar o perder es parte del juego.
Candice trata mal a sus clientes. La corredora de ultras y directora de las carreras Bigfoot 200, Tahoe 200 y Moab 200, está siendo funada en el grupo de facebook TJM Nation, que recomiendo si disfrutan del humor gringo y coprolálico. Los hechos en cuestión no son tan interesantes como el problema que está detrás. Una inscrita en Tahoe 200, carrera que tuvo que ser cancelada recientemente, a semanas de que fuera a correrse, reclamó públicamente a Candice por Facebook por estar preocupada de pedir reviews de sus carreras para promocionarlas, en vez de enviarles información sobre cómo recibirían sus reembolsos (con inscripciones que deben andar por los US$1,200), señalando que eso era frustrante. Candice le respondió diciendo que lo frustrante es su comentario y que, como directora de carreras, tiene que sobrevivir en este mal año. Hay corredores que reconocieron lo poco profesional de su comunicación "oficial", y otros que indicaron que Candice es la puta ama y que, por lo tanto, puede hacer lo que quiera. Scott Kummer, conductor del maravilloso podcast Ten Junk Miles (recomiendo los "long runs") comentó (yéndose un poco en volada) diciendo que la Candice tiene los humos muy subidos, que él (que también dirige carreras) no trataría así a sus clientes, y que se ve mal cuando ella se hace la vístima cuando presume su nueva casa por las redes sociales, cuando además vende su antigua casa por US$700,000. A qué voy con todo esto (juro que tengo un punto): hay directores de carreras que desarrollan un cierto culto en su fanaticada. Y todo bien con eso, hasta que significa que se les perdonan cosas imperdonables, como las irresponsabilidades que ocurrieron por tres años en Ultra Fiord, con una muerte que lamentar por ello.
Si en mi primera reflexión sonaba como una moralista anti-publicidad, ahora sueno como poniéndome del lado del entitlement del consumidor. Pero creo que estas contradicciones hablan de que no se trata de un extremo u otro. Un corredor me comentaba sobre Pau y sus preocupaciones por quedar bien con su marca: "Vive de eso". El asunto es cómo las marcas y sus atletas auspiciados trabajan ese marketing. Los documentales de Salomon en los últimos años parecen lograrlo mucho mejor, sin ser tan in-your-face con los productos, y con narrativas que profundizan un poco más en el espíritu del deporte. Con las carreras, también tiene que existir un punto medio, entre que los directores no tengan que estar dándole en el gusto a cada capricho de los corredores y les puedan exigir autocuidado y responsabilidad, pero que también cumplan con los mínimos en términos de seguridad o abastecimientos prometidos, por ejemplo.
Black lives don´t matter in ultrarunning. Sin duda, este es el tema de la semana. Laz (el de las infames Barkley Marathons) está organizando una carrera virtual, pero con locaciones geográficas determinadas, alrededor de todo el mundo y multideporte, que equipos de 10 personas deben realizar en 1 a 2 años: CRAW (Circumpolar Race Around the World). Había un equipo con nombre "Black Lives Matter" y todo iba bien, hasta que ellos postearon en un grupo en facebook y Laz les bajó el post, argumentando que había muchos comentarios racistas en respuesta, y que él no tenía tiempo para estar moderando, además de reiterar su posición (que ya había manifestado en varias ocasiones y plataformas) respecto a que no le interesaba convertir sus carreras en un asunto político. Al parecer, los corredores publicaron esto, hubo una disculpa pública de Laz, y las cosas siguieron su curso, pero a 48 horas de que empezara la carrera, Laz les envió un mail diciendo que tenían que cambiar el nombre del grupo, porque tampoco aceptaría que hubiese un equipo con un nombre como "Make America Great Again", y que, personalmente, no le gustaba el grupo político Black Lives Matter, porque consideraba que está empeorando las cosas, y que él había trabajado mucho por la igualdad de oportunidades para las personas negras durante su vida. Bueno, este tecito está ahora en instagram, y el ginger runner se la jugó reposteándolo, así que probablemente lo vean ahí pronto. Pero el debate más jugoso está en la ultralist, que es como la deep web del ultrarunning, una lista de correos que empezaron los corredores gringos más old school cuando no había revistas especializadas ni internet como la conocemos hoy, y donde Laz va contestando a algunos de los mails que recibe en forma pública. Estos hechos han desencadenado una serie de mails, que en su conjunto dan un panorama político-ideológico de los corredores de ultras. Como es de esperar, hay comentarios profundamente racistas como este:
Them getting kicked/banned/whatever from this race makes me happy. They should content themselves with ruining all the other sports, leave ultra running alone. Show up if you like, but keep your garbage politics to yourself.
(Que los sacaran/prohibieran/lo que sea de esta carrera me hace feliz. Deberían contentarse con arruinar todos los otros deportes y dejar al ultrarunning en paz. Hagan su aparición si quieren, pero guárdense su política basura.)
Y otros que se esfuerzan por explicarle a Laz por qué su neutralidad política es peligrosa y altamente excluyente:
I just want to say that I'm disappointed. Laz had an opportunity to make some people feel welcome who perhaps normally don't feel welcome, in a sport that doesn't generally admit it has a problem with inclusion, but quite possibly does.
(Solo quiero decir que estoy decepcionada. Laz tenía una oportunidad para hacer que algunas personas que normalmente no se sienten aceptadas, se sintieran aceptadas en un deporte que generalmente no admite que tiene un problema de inclusión, pero que probablemente sí lo tiene.)
Earlier this year, the ultrarunning community had a long discussion about whether we were inclusive enough. Whether we were equally welcoming of all genders, races, nationalities, and sexual preferences. Now a line has been drawn: If you choose to race under a banner that celebrates the color of your skin, then you are too political, and you are not welcome.
(Previamente este año, la comunidad ultrarunner tuvo una larga discusión acerca de si era lo suficientemente inclusiva. Si éramos igualmente receptivos con todos los géneros, razas, nacionalidades y preferencias sexuales. Ahora se ha dibujado una línea: si eliges correr una carrera bajo un nombre que celebre el color de tu piel, entonces eres demasiado político, y no eres bienvenido.)
No quiero extenderme mucho más, pero Laz (así como Candice) son íconos de este deporte, y eso implica una responsabilidad (sí, me gusta Spider-man) y, en un año como este, donde tantos casos de violencia (policial, racial, de género) han marcado a la comunidad de corredores, ignorar lo que pueden lograr actos simbólicos en términos de hacer el deporte más inclusivo, escudándose en que "no van a cambiar la mentalidad de nadie", es cobarde.
Mario Fraioli siempre escribe en su newsletter un poco acerca de cómo lo impactan estos temas más personalmente y cómo va su entrenamiento. Pero creo que eso no les va a importar demasiado y mi rodilla está pésimo, así que hay bien poco de eso de correr.
Ojalá puedan dejar sus opiniones respecto a este formato de newsletter, qué les gustaría que incluya, y sobre las historias de esta semana. Que Diógenes los acompañe.
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